La juventud es la esperanza de Burundi. Alrededor del 43% de la población tiene menos de 15 años. Una historia de décadas de guerras civiles y conflictos étnicos ha sumido a la población en la penuria y la pobreza. Para construir un nuevo futuro y hacer avanzar al país, primero deben cicatrizar muchas heridas, sobre todo en los corazones. Es necesario forjar el carácter, educar para la paz, la reconciliación y la solidaridad.

Se trata de un objetivo importante para acompañar e inspirar a más de 880 grupos de niñas y jóvenes. Estos grupos están repartidos por todo el país y en casi todas las Parroquias. Esto requiere muchas visitas por nuestra parte y la oferta de formación en las diferentes áreas. Cada año las hermanas realizamos unos doce encuentros y 20 jornadas de formación en las diferentes diócesis.
El esfuerzo merece la pena, ya que estas jóvenes participan activamente en su entorno: Ayudan a los ancianos a cultivar sus campos, buscan leña para cocinar y acompañan a los enfermos al hospital. Cuidan de la limpieza de la iglesia parroquial y de las periferias. Intentan animar la vida de oración de los cristianos, sobre todo en las periferias donde no hay sacerdotes.